martes, abril 24, 2007

ESTRÉS, MAL INEVITABLE Y EN OCASIONES NECESARIO

Con las demandas diarias de la vida de hoy, es parte de nuestra vida

Bernardo Yañez Stumptner

El concepto de Estrés se remonta a la década de 1930, cuando un joven austriaco de 20 años de edad, estudiante de segundo año de la carrera de medicina en la Universidad de Praga, Hans Selye, hijo del cirujano austriaco Hugo Selye, observó que todos los enfermos a quienes estudiaba, indistintamente de la enfermedad propia, presentaban síntomas comunes y generales: cansancio, perdida del apetito, baja de peso, astenia, etc. Esto llamó mucho la atención a Selye, quien le denominó el "Síndrome de estar Enfermo".

Considerando los acontecimientos de insatisfacción que acontecen en Iquique, conversamos con el doctor Jorge Jolín Font Carmona para hablar del estrés, el que basado en un artículo del médico Alfonso Santiago Mari, nos introdujo en este tema de mucho interés y de ayuda para todos, con el único objetivo de lograr acercarnos a la felicidad del ser humano.

El concepto de estrés (del inglés stress, tensión) psicológico, se podría definir como el estado del organismo que intenta compensar el daño que pueden provocarle determinados factores agresores de muy diversa índole.

Las personas en general nos hallamos sometidas al estrés cuando el grado de exigencias que nos demanda el medio en el que nos encontramos sobrepasa a nuestra capacidad de control, lo que puede conducirnos a tener un funcionamiento anómalo, irregular y desorganizado. Por decirlo de un modo más sencillo, el estrés psicológico surge cuando nos encontramos ante circunstancias de exigencia que nos provocan ansiedad y que nos obligan por ello a reaccionar de un modo rápido y decidido para solucionar los problemas, consiguiendo aliviar así dicha ansiedad.

Vivencia de estrés
Son muchos los factores que van a determinar una vivencia distinta del estrés. La edad, el sexo, la raza, la ocupación laboral, el temperamento personal o factores educacionales y familiares van a establecer la base de una realidad diferente y una respuesta variable ante el estrés. Las armas de que dispone cada persona para combatir esta situación son muy diferentes de unos a otros y se ponen en juego según la capacidad de la propia persona para d
efenderse de las agresiones. Esto conlleva que un factor claramente estresante para una persona puede no serlo para otra y que existan individuos con una tendencia excesiva al estrés, a pesar incluso de no tener motivos destacados para ello.

Respecto al sexo, por ejemplo, diversos estudios realizados en grupos de hombres y mujeres han intentado encontrar diferencias en la manera de comportarse o defenderse ante el estrés. Las conclusiones de tales estudios, en su mayor parte, suelen no encontrar grandes diferencias entre los sexos. En otros estudios en los que se han tenido en cuenta otras variables como la situación socio-económica, la raza, las responsabilidades profesionales o el tipo de personalidad, las diferencias encontradas sí han sido significativas en la mayoría de los casos.

Muchos expertos aseguran que el estrés no tiene por qué ser un fenómeno negativo y que por tanto, un cierto nivel de estrés en la persona puede favorecer una respuesta más ágil y rápida ante los problemas que se le puedan plantear. Sin embargo, la rapidez y la agilidad no tienen por qué ser cualidades parejas a la eficacia; muchos otros expertos asumen como algo bien demostrado que la ansiedad crónica puede perjudicar a medio y largo plazo la salud y que no es verdad que en un medio confortable y libre de estrés no sea posible obtener un alto nivel de rendimiento personal o laboral.

Ya sea para bien o para mal, lo cierto es que el estrés psicológico, cuando somos capaces de controlarlo adecuadamente, nos hace estar más alerta y más dispuestos a actuar (como un estudiante ante un examen inminente, por ejemplo), pero también nos agota física y psicológicamente en caso de establecerse de manera crónica como una manera habitual de funcionar en el día a día.

La manera en que el estrés puede producir un daño, también puede venir dada por el sobre-estrés, denominando así a un exceso de estrés tan notable que acaba sumiendo a la persona en un cuadro de intensa ansiedad que ha consumido todos sus recursos defensivos y que deteriora gravemente su bienestar personal.

Los posibles efectos perjudiciales del estrés psicológico son variados y se pueden resumir en los siguientes: alteraciones gástricas (úlcera gastroduodenal, gastritis, etcétera), arritmias cardiacas, insomnio, disfunciones sexuales, fatiga crónica, depresión, hipertensión arterial, etc. Se ha llegado a proponer incluso una relación significativa entre el estrés y enfermedades graves como los trastornos cardiovasculares o el cáncer.

El estrés provocado por el medio
Según el doctor Font los factores provocadores de estrés pueden provenir de los diferentes medios en los que desarrollamos nuestra vida, que son básicamente tres: El familiar, el laboral, y el medio exterior.

Medio familiar
El medio familiar puede ser una fuente generadora de estrés importante, sobre todo para la persona que ostenta la responsabilidad de ser cabeza de familia, pues las demandas del hogar y los problemas de los diferentes miembros de la familia pueden ser numerosos o graves en ocasiones, y la capacidad o mecanismos para afrontarlos pueden encontrarse limitados.

Medio laboral
El medio laboral, entendido como el medio en donde se ejerce la actividad profesional o escolar, es también fuente inagotable de estrés y ha ocupado el empeño de numerosos estudios que intentan comprender las causas determinantes del mismo. Sin embargo toda esta actividad investigadora ha perseguido más, en muchas ocasiones, profundizar en el conocimiento de las claves para el incremento del esfuerzo o rendimiento laboral que la búsqueda y comprensión de las circunstancias que mejoran el bienestar y la salud de las personas que realizan una tarea profesional.

Medio exterior
El medio exterior es también un ámbito de extrema importancia como fuente generadora de estrés. Dentro de este medio podemos distinguir principalmente los medios urbano y rural. La ciudad es un medio plagado de factores estresantes. Determinados estudios científicos, que han explorado el grado de estrés de las personas que residen en un medio urbano en comparación con las de un medio rural, han encontrado claras evidencias de una mayor presencia de este problema en el hombre de la ciudad. Las claves de esta diferencia bien podrían residir en la multitud de agentes estresantes asociados a la vida en la urbe.

La contaminación atmosférica, pero más aún la acústica, tan propias de las ciudades, determinan un ambiente claramente hostil para la vida cotidiana que va a condicionar una manera restrictiva e inadecuada de relacionarse con el medio.

El estilo de vida que lleva el hombre de ciudad es bien diferente al del hombre rural. En la ciudad las distancias son mayores y los medios de transporte se hallan generalmente abarrotados, lo que añade un plus de ansiedad a la tarea de cumplir con los compromisos para los cuales es necesario desplazarse. Además, para aquellas personas que eligen el vehículo privado como medio de transporte, el riesgo de estrés se dispara por las desagradables experiencias y factores que incrementan la ansiedad.

Es diferente el estrés laboral de un hombre de ciudad que el de un hombre de campo. Por supuesto que un agricultor va a tener, en circunstancias como la climatología u otras relacionadas con el éxito de su labor de cultivo, una fuente de estrés considerable. Muy probablemente el medio laboral urbano favorece el desarrollo de un excesivo sentido de la responsabilidad que puede hacer padecer a las personas un ritmo de frenética actividad con un nivel de exigencias demasiado superior al que sería razonable exigirles. Esto, en el medio rural no suele suceder.

La inseguridad ciudadana es un factor estresante de primera magnitud. Gran parte del estrés que sufren las personas del medio urbano se debe a este importante problema.

- Modos de enfrentarse al estrés
Evidentemente, para muchas personas, determinadas soluciones como el cambiar de actividad profesional, o de residencia, de la ciudad al campo, no son viables en su plan de vida pero dentro de lo que constituye el marco cotidiano de cada uno, es posible recurrir a algunos consejos que puedan reducir nuestro estrés o al menos minimizar sus efectos nocivos sobre nuestro estado psicofísico. He aquí algunos de ellos:

- Anticipación de los problemas
El saber qué es lo que se nos avecina y preparar las armas necesarias para hacerle frente nos puede hacer estar mejor preparados para combatir el estrés cuando éste se produzca.

- Visualización positiva
Imaginarse a uno mismo en el momento siguiente al de la resolución de un problema o verse a uno mismo venciendo sin problema una previsible adversidad futura.

- Desvalorización
Restarle importancia a los problemas o adoptar el enfoque que permita la visión más benigna posible de los mismos.

- Relajación
Existen técnicas que nos permiten llevar a cabo una profunda relajación física y mental, así como ciertas disciplinas de búsqueda de la serenidad interior (yoga, meditación, Tai-chi, etc.). Son del todo aconsejables para las personas que no saben cómo detener su desenfrenado ritmo de vida.

- Análisis y racionalización positiva
Se trata de buscar los mecanismos que nos permitan ver los problemas con objetividad, analizando con cierta distancia sus aspectos esenciales y el mejor modo de afrontarlos, asumiendo en ello las limitaciones propias de uno mismo y confiando al máximo posible en nuestra adecuada capacidad para resolverlos.

- Otros consejos de interés
Buscar una cierta regularidad en el ejercicio de las tareas diarias, buscar la mayor información sobre aquello que nos afecte para disminuir, en lo posible, la ansiedad derivada de la incertidumbre. Además, organizar claramente un orden de prioridades tanto en objetivos como en actividades que se han de llevar a cabo; saber delegar cuando sea preciso; aprender a decir “no” a aquellos compromisos que sabemos que no podemos cumplir; avanzar siempre en nuestras obligaciones adelantando todo aquello que podamos resolver de modo más inmediato o sencillo; realizar ejercicio físico regular, etc.

Termina diciéndonos el doctor Jorge Font que la vida del hombre urbano es, desgraciadamente, una vida de estrés, pero disponemos de un margen más amplio de lo que pensamos para modificar muchas de las circunstancias que lo generan. La planificación de un estilo de vida saludable ha de perseguir como uno de sus objetivos básicos la reducción notable del estrés en la vida de las personas.

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