Padre
Guillermo Fajardo (Vicario General Diócesis Iquique)
La sagrada familia compuesta por María
y José se desplaza desde Galilea a la Judea, se ponen en movimiento para
cumplir con un censo mandado por el dominio romano, los cuales querían saber
cuánta gente había en sus territorios conquistados.
El hombre desde siempre saca cálculos
para saber hasta dónde llega su poder, siempre quiere dominar más y más para
así poder someter a otros bajo el yugo de sus dominios. Es ese poder humano que obligará a María y a
José hacer el camino hacia Belén, con todas las incomodidades que ello
implicará para María, la cual estaba a punto de dar a luz a su niño, hay
ocasiones hermanos en que el poder es arbitrario pues no piensa en los otros,
sino que sólo en la propia conveniencia. Hoy también hay muchas María y José
que junto a sus hijos están sometidos a los poderes de este mundo. Es el poder
de la economía que no respetando el valor de la familia y el
calor del hogar se impone obligando a producir, trabajando día y noche llegando
a sacrificar en nombre de la producción los días que deberían estar consagrados
para poder crecer en familia, dialogar más con los hijos y donde los esposos
puedan ver crecer a sus hijos y a expresarse su amor. Es el poder de las pasiones que enceguecen y que someten
la voluntad y esclavizan la libertad
humana llevando a olvidarse del respeto por el ser humano, hoy en nuestra
ciudad y en nuestro país hemos sufrido actos de violencia que se explican tan
sólo porque la pasión irracional dominó y se cerró la razón y el amor, y por lo
mismo hemos tenido femicidio dejando a hijos sin madres; se ha asesinado a aquellos
que son distintos ya sea por su color de piel, por sus opciones personales, o
por tener ideas contrarias al sistema imperante. No podemos dejar que el poder
de de la producción y de las pasiones irracionales nos domine y nos
deshumanicen.
Pero Dios siempre triunfa, el bien
siempre vence, es por ello que María y José aunque obligados por el poder
romano de tener que ir a Judea, Dios camina con ellos, los acompaña y aunque no
había lugar en Belén para que pudieran alojarse, Dios se vale del buen corazón
de un posadero, un hombre sencillo y honesto que recibe a la joven pareja y con
ellos también recibió a Dios escondido en el vientre de María. De igual manera
hermanos, saquemos lo mejor de nosotros y que nos podamos repetir una y otra
vez que no existen los imposibles cuando hay en el corazón la buena voluntad.
Es verdad que no había lugar en Belén, pero es verdad también que había un
hombre bueno y generoso que supo extender una mano a una familia que necesitaba
de un lugar donde pasar la noche. Cuesta tan poco hacer el bien, no digas que
no puedes, di una y otra vez, que si se puede porque el amor es más fuerte que
nuestras limitaciones. No cierres tu
corazón, no cierres la puerta del perdón, no cierres la puerta de la
solidaridad, porque Dios todos los días llama a nuestra puerta y nos pide que
lo recibamos, primero en nuestro corazón pero también en nuestros hermanos.
1)
El
ángel señaló: No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para
todo el pueblo: ha nacido el salvador, el Mesías, el Señor.
La alegría que anuncia el ángel es una
alegría que brota de la fe, es una alegría creyente. Somos invitados a
alegrarnos porque Dios ha instalado en medio de los hombres tiempos nuevos, nos
alegramos no sólo porque ha nacido un niño, sino que nos alegramos más
hondamente porque con este pequeño ha nacido la real posibilidad de un hombre
nuevo, iluminado desde dentro, ya no está atado a la oscuridad; ella fue vencida,
por eso el pequeño Jesús es el sol naciente, que disipa las oscuridades de la
noche. El sol que nace son los primeros rayos que vencen la oscuridad, así el
Niño Dios es la luz de Dios que vence la mayor oscuridad del ser humano, su
corazón sometido a la vanidad y la indiferencia.
2) El gran signo de este nuevo
tiempo parece irrisorio, el Mesías no está en palacio ni vestido elegantemente.
El Mesías esperado lo reconocerán al encontrar un niño envuelto en pañales y acostado en un
pesebre.
Sucede que
Dios hace grandes maravillas con pequeñas cosas. Somos entonces invitados a
tener una mirada de fe para contemplar la vida. Es falso afirmar que sólo en la
abundancia y en el éxito está Dios, Dios está también cuando hay carencias y no
sólo materiales sino que también cuando nadie te comprende, Él te acoge. En los momentos de
dolor y depresión, Él te consuela. En la debilidad y la impotencia nos
sostiene. Siempre nos está invitando a amar la vida, a cuidarla y hacerla
siempre mejor. El niño envuelto en pañales y acostado en una pesebrera es signo
de que Dios está presente donde parece que no estuviera, pero no es así, para
Dios todo lo humano es importante y Él lo sostiene cuando a nosotros nos faltan
las fuerzas. María y José contemplan al niño recién nacido, pero también se
arrodillan y lo adoran porque tienen mirada de fe y descubren al Dios que está
con ellos es medio de esa pesebrera. Feliz
navidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario